CAMILA CASUAL

Camila Casual es una empresa familiar que inició sus operaciones en 1986 en un pequeño taller de la ciudad de Santiago de Los Caballeros.

Esta empresa es el resultado del cuidado puesto por manos dominicanas, que trabajan con telas importadas, provenientes de distintos telares del mundo, seleccionados por su calidad y estilo.

"Llevamos la fabricación textil
en la sangre"

"Contamos con un equipo bueno, eficiente y trabajador"

Camila es versátil e innovadora con los toques cambiantes de la moda que busca la permanencia del estilo, así logran presentar opciones tentadoras que incluyen las tendencias de temporada sin descuidar las líneas clásicas.

"Nos llena de esperanza ver cómo estos últimos años llenos de retos ha puesto de moda consumir lo dominicano. La gente compra más productos locales y se enorgullece de hacerlo."

El 2021 fue un año retador y de muchos aprendizajes. Como consecuencia de la pandemia, el mundo tuvo que enfrentar grandes problemas de suministro a nivel global. A pesar de esto, gracias a su preparación en materia de inventario y colecciones, la empresa fue capaz de suplir a todos sus clientes sin falta.

CAMILA CASUAL ha logrado crecer no solo en calidad, sino también en presencia y hoy en día siguen siendo fuente de empleo y continúan aportando valor a nuestro país.

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ENTREVISTA

¿Cómo surge la marca Camila Casual y por qué?

Se podría decir que llevamos la fabricación textil en la sangre. Mi familia trabaja en la industria textil desde hace más de 50 años, y Persio y yo nos conocimos cuando él era cliente de la fábrica de mi mamá. Recién cumplimos 32 años de casados. Poco después de casarnos, Persio intentó convencer a mi mamá de hacer crecer su fábrica, pero ella no quería ampliar. Nos propuso entonces encargarnos de la producción de ropa de mujer y ella de la de niñas. Ahí nació Camila Casual.

¿Y cómo ha sido esta trayectoria hasta el momento?

Sin duda, ha sido un recorrido largo. Iniciamos de a poquito, con pasos cortos pero seguros. Camila arrancó con tan solo 20 empleados y ya tenemos 300. Nos sentimos sumamente bendecidos y afortunados de contar con un equipo bueno, eficiente y trabajador.

¿Qué retos y recompensas ha tenido la empresa que nos pueda identificar?

En nuestros inicios hicimos el intento de vender en el exterior, pero nos dimos cuenta de que no estábamos preparados. Unos años de experiencia más tarde, volvimos a tratar y lo logramos. Hoy vendemos en todos los países de Centroamérica.

Y claro, 2020 fue un año transformador. Cerramos la fábrica el 21 de marzo, imaginando que el confinamiento duraría una o dos semanas. ¡En 32 años no habíamos cerrado ni un solo día laboral!

Nuestra hija Karla y yo llevamos la Dirección de Desarrollo de Productos y ya teníamos los pedidos de las telas hechos para la colección 2021. Aunque parecía una mala decisión en el momento, fue una gran oportunidad tener en nuestros almacenes un producto fresco y actualizado, que nos facilitó reinventarnos.

Sabíamos que necesitábamos hacer algo para ayudar a mitigar los efectos de la pandemia y proteger a nuestros empleados. Por eso, aun estando cerrados, diseñamos una línea de mascarillas para hombres, mujeres y niños. Entramos a las farmacias y a los supermercados, logrando abrir la planta. Nuestra línea de mascarillas, cómodas y en distintas tallas, se convirtió en todo un éxito.

Con toda la experiencia acumulada, ¿cómo vislumbran el futuro de la marca?

Nos llena de esperanza ver cómo, a pesar de haber vivido un período repleto de retos, en nuestra sociedad se ha puesto de moda ser dominicano. La gente consume más productos locales y se enorgullece de hacerlo. A futuro, continuaremos creando piezas que sigan las tendencias internacionales de la moda y, a lo interno, estamos en proceso de robustecer y digitalizar nuestra estructura. Tenemos la ventaja de ser una empresa familiar, con una nueva generación entrante. Para nuestros tres hijos, el cielo es el tope.